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¡México bárbaro!

June 22, 2012

Hablando de libros, en el 2011 se cumplieron 100 años del ensayo “México Bárbaro”, del periodista norteamericano John Kenneth Turner (1879-1948) Escritor y periodista Nació en Oregon, Estados Unidos. A los 17 años publicó su primer periódico titulado “Stockton Saturday Night” dedicado a denunciar políticos y empresarios corruptos. Fue, en su momento, una auténtica bomba que terminó desnudando, ante el mundo entero, pero principalmente ante la población norteamericana, al régimen de Porfirio Díaz. Publicada en un inicio en la revista The American Magazine, por entregas, la serie de reportajes y comentarios dieron forma a este libro, que de inmediato causó un enorme furor entre sus lectores norteamericanos que tenían otra imagen del régimen porfirista.

Existía una extraña y misteriosa resistencia en los poderosos periodistas norteamericanos para publicar cualquier cosa que perjudicara a Porfirio Díaz, en cambio se manifestaba en ellos un notable deseo de publicar lo que halagaba al dictador. De pronto, los artículos del autor dejaron de aparecer en la revista y la investigación se detuvo, en su lugar publicaron artículos más suaves. Díaz controlaba todas las fuentes de noticias y los medios de transmitirlas. Los periódicos se reprimían o subsidiaban a capricho del Gobierno. Las verdaderas noticias de México no pasaban las fronteras y los libros que describían con verdad los hechos en México eran suprimidos o comprados, aun cuando se publicaran en los Estados Unidos.

Cuando ocurrieron las arbitrarias persecuciones de 1907 en Los Ángeles contra Ricardo Flores Magón, Antonio I. Villareal, Plácido Rivera, Francisco Sarabia, Lázaro Gutiérrez De Lara, Modesto Díaz, Arizmendi, Ulibarri y otros mexicanos enemigos políticos de Díaz, se advirtió con claridad a los periódicos que se debían poner un bozal. Los periódicos de la ciudad podrían sacar de la cárcel en 24 horas a esos hombres, pero no se lo proponían porque los propietarios estaban interesados en concesiones en México. Mientras Wall Street tenía intereses en conflicto en el reparto de los Estados Unidos, Wall Street es única en la explotación de México. Esta es la razón principal de que los periódicos norteamericanos se unifiquen cuando se trata de alabar a Díaz. Por medio de la propiedad, o casi propiedad de revistas, periódicos y casas editoras, y por el procedimiento de repartir el dinero destinado a anuncios y propaganda, Wall Street pudo suprimir la verdad y mantener la mentira acerca del México de Díaz.

Por supuesto que ese impacto no tardó en preocupar seriamente tanto a industriales como a autoridades norteamericanas directamente relacionadas con el cúmulo de denuncias realizadas por Turner. A contraparte, en el México de Porfirio Díaz, los porfiristas y sus simpatizantes, de inmediato reaccionaron tratando de contrarrestar –como hoy- las verdades manifiestas en los reportajes, financiando a pseudoescritores y pseudoreporteros –como muchos que se encuentran actualmente en el D. F.-  para que escribieran y describieran un México de fantasía acorde con la hipocresía y la mentira pregonada por el porfirismo, -hoy por el prian- que buscaba aparentar modernidad y civilismo. Actualmente es en contubernio con los magnates de las televisoras.

Para que el periodista John Kenneth Turner se decidiera a visitar México y escribir sus reportajes, fue decisiva la información que le proporcionaron los integrantes de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, quienes en el momento de las entrevistas que les hizo, se encontraban presos en una penitenciaría norteamericana. Fue precisamente esa información brindada por los magonistas, relativa a las condiciones de esclavitud en que se encontraban decenas de miles de mexicanos, lo que incitara a Turner para venir a México a investigar la situación personalmente.

La publicación, primero de los reportajes sueltos, y posteriormente de su recopilación bajo el más que sugerente título de México Bárbaro, colocaron a Turner como un elemento claramente inserto en la etapa precursora del amplio proceso conocido bajo el nombre de Revolución Mexicana.

Desde la primera edición de este libro las dos profecías que contiene se cumplieron: Decía que México está a punto de iniciar una revolución en favor de la democracia y que los Estados Unidos intervendrán con fuerzas armadas, si es necesario, para sostener a Díaz o a un sucesor dispuesto, a continuar su asociación especial con el capital norteamericano.

 Esteban Ovalle Carreón 

 

Dulce María

June 22, 2012

Tuve el honor de reseñar los libros de Dulce María y cerrar el ciclo con una entrevista que me hizo admirarla aun más

Comala: Leí en internet que Eliseo Alberto escribe que Mercedes, tu personaje de Mercedes Luminosa, es casi la misma que tu… ¿Consideras dicho libro o algún otro como una proyección tuya?
Dulce María González: Todo lo que escribimos es proyección de nuestros deseos, nuestra imaginación, nuestras fantasías y emociones, aunque las anécdotas no coincidan con la vida concreta o la situación real. Eso es lo maravilloso de la ficción, la posibilidad de crear mundos a la medida, de experimentar situaciones a las que quizá jamás accederías, de cambiar la dirección de los eventos que te dejaron insatisfecha, etcétera.

Comencé leyendo a Dulce en “El Norte” y luego la conocí en una fiesta, sonriente, amable, divertida. Compre sus libros, quería saber más de ella, mi fascinación por sus letras creció con cada página. Como un ser místico que deseas te instruya.

Reseñe sus novelas para una revista electrónica y conforme lo hacía sentía que me unía a ella, la entrevista fue exquisita, sus palabras precisas y delicadas y por fin sucedió, tuve el honor de leer a su lado uno de mis textos, inspirado por cierto, en una frase de ella que me erizó la piel “A veces hace falta morir” y me maravilla la forma tan sutil y cargada de poder que implica en estas cinco palabras.

Así es Dulce, fuerte, poderosa y delicada, de perfil frágil y majestuoso a la vez. En sus libros puedo desprenderme, logra hacerme viajar a su mundo, en el que pase lo que pase se que Dulce está ahí, detrás de cada letra.

Nunca me ha dado clases, pero con sus libros me ha regalado muchos momentos de aprendizaje y recorro las paredes que describe y disfruto el café humeante que deleita y viajo a través del ventanal que me eleva y me sumerjo junto al trasatlántico que me abandona.

Sus objetivos son claros, la literatura la eligió a ella, su abuelo influyó, no se ve a sí misma de otra manera, escritora por siempre y eso es un regalo para la humanidad, su trascendencia está siendo escrita.

 

Tanya Ventura

 

¿Los traductores? Bien, gracias.

June 22, 2012

La editorial Sexto Piso publicó un libro promovido ante la ONU por Nadine Gordimer: Contar cuentos. Incluye 21 autores y es uno de esos libros que se autocomplacen en su exclusividad: cinco de ellos pertenecen al selecto grupo de elegidos por los mafiosos del Nobel, lo que en realidad no es nada si contamos diez escritores de alta calidad por país en el planeta. Una inocentada: los lectores del Nobel sólo distinguen a cien escritores por siglo. Hay más.

Entre los convocados por Gordimer, por lo menos ocho son de habla inglesa (cinco de Estados Unidos, uno de Inglaterra, uno de Canadá y uno o dos de Sudáfrica; si Salman Rushdie escribe en inglés, sube a nueve). Cuatro son de lengua alemana. Los demás son nativos de Francia, Portugal, Israel, Japón. De África incluye un escritor de Nigeria, uno de Ciudad del Cabo, otro de Pretoria. Del ámbito del español sólo conoce a uno, nacido en Colombia y que vive en México. Es decir, el universo literario de Gordimer es realmente reducido.

La autora advierte que cada cuento “ha sido escogido por sí mismo como representativo de lo mejor de su trabajo”. La frase “por sí mismo” se atora en el entendimiento del lector, ¿quiere decir que cada autor escogió el cuento que quería donar? No lo sé, pues releo: “ha sido escogido”, ¿por quién?, ¿“por sí mismo”?. Si es así, qué hizo Nadine, invitar a algunos escritores ¿y ellos eligieron lo que quisieron?

El motivo, loable. Se advierte en la portada: “todas las ganancias serán destinadas a la Treatment Action Campaign en pro de la lucha contra el VIH/SIDA”.

Pero hay un pero. El editor mexicano no anotó cuántos ejemplares está imprimiendo. La segunda reimpresión es de febrero de 2007.

En México, es sabido, pocos escritores viven de su trabajo literario. El librero se lleva la mayor parte de las ganancias, el editor lo demás; en este caso debe llevárselas. ¿Cuántas ganancias produce en México este libro en pro de la lucha contra el VIH/SIDA? Y la Treatment Action Campaign, ¿en qué país está su sede?, ¿llegan a México sus beneficios? Pido disculpas, pero después de las campañas que hemos visto en México nos volvimos escépticos.

Por lo pronto, dos de los escritores incluidos de Estados Unidos murieron poco después de la compilación de la ¿antología?, en 2004 y 2005, Susan Sontag y Arthur Miller, lo que nos da otro dato: Kofi Annan, secretario general de la ONU, “propuso de manera espontánea y luego autorizó generosamente el lanzamiento de Contar cuentos en la ONU en Nueva York”. Esto no queda claro y no dice fecha: un tesoro para los periodistas que logren averiguar los detalles. En fin, la compilación del libro se hizo antes de 2004 y la edición mexicana es de noviembre de 2006.

Otra cosa que quedó en el aire son los créditos de los traductores, que supongo que también donaron su trabajo, como los diseñadores de los “forros” de la edición en inglés del libro ¿Y no es la misma para todo el mundo? Sexto Piso no reconoce autor o autores del diseño de la edición mexicana.

Se agrega al final del libro una nota sobre las fuentes, con mención de los poseedores de los “copyright” (derechos de autor). Allí también se informa de seis casos en que la traducción al español fue cedida por un editor anterior: Norma, Alfaguara, Anagrama, Tusquets y la revista Letra Internacional. Suponemos que los demás autores, catorce, fueron traducidos especialmente para esta edición. (Ya dijimos que uno de los incluidos escribe en español.)

Al final de cada cuento se anota el nombre del traductor. El que más trabajo tuvo fue Juan Carlos Rodríguez Aguilar, con ocho traducciones en su haber: de Mphahlele, Achebe, Theroux, Ndebele, Wolf, Allen, Schulze, Atwood; en segundo lugar, Laura Emilia Pacheco, con tres: Miller, Rushdie, Oé. Todos los demás contribuyeron con una traducción. Miguel Sáenz tradujo a Grass; María Luisa Balserio Fernández-Campoamor, a Updike; Anna Volovici, Oz; Carlos Pujol, Tournier; Miguel Martínez-Lage, Sontag; Cristina Secci, Magris; Mauricio Bach, Kureishi; Javier Escobar Isaza, Gordimer; Eduardo Naval, Saramago.

Y no sabemos nada más. Es decir, de un autor nacido en Marabastad, Pretoria, Es’kia Mphahlele, no sabemos en qué idioma escribe, aunque pertenece al área de influencia del inglés. No sabemos de qué idioma está traducido y no podemos valorar lo literario, lo que se pierde al pasar de un idioma a otro. Hay que imaginar al japonés traducido al inglés o francés y de allí al español. Es poco lo que se conserva y me pregunto ¿es caro pagar una traducción directa?

El orden de aparición en el libro es otro motivo de inconformidad. El texto de Gordimer es sobrecogedor y merecía estar en primer lugar y no en el penúltimo. El texto de Sontag, sobra; el de Tournier, también. Allen es insoportable. ¿Gordimer habría elegido a los mismos treinta años antes? No sabemos, no sabemos, pero podemos hacer nuestra propia selección, por si hay otra campaña que apoyar.

Jaime Velázquez
Publicado en Alegre el marinero, Conaculta-Ivec, Veracruz. 2010.

El verbo tallerear

June 22, 2012

Para Karen, Oriana, Ari, Juan Carlos, 

Erika, Lucrecia, Ana, Marina y Gaby.


En Cartas a Alice cuando empezó a leer a Jane Austen, la novela epistolar que la neozelandesa Fay Weldon publicara en 1984, le recomienda a una sobrina con aspiraciones de convertirse en escritora (la Alice del título) que se lo pensara muy bien antes de dar sus manuscritos a leer a ojos ajenos. A final de cuentas, así iba el argumento, la única palabra que realmente contaba era la del editor —quien decidiría si apostaba o no por un texto por razones que bien podían ser literarias o de otro tipo. Todo lo demás, decía la autora y tía, no pasaba de ser o bienintencionado intercambio de ideas o inútil parloteo entre conocidos.

Es un tanto paradójico repetir las palabras de Feldon justo cuando comienza un taller, pero lo hago de todas maneras. No es del todo descabellado recordarnos a todos los participantes que, cualquier cosa que acabemos por decir en las largas y muy personales sesiones, poco o nada podrá contra la última palabra: un contrato con una editorial. Mi intención no es invalidar el intercambio de ideas, sino invitarnos a poner los pies sobre la tierra: lo que estamos haciendo ahí, todos juntos alrededor de una mesa, es comentar de manera detallada y consciente, de manera rigurosa y civil, ciertas interpretaciones de lectura. Nada más. Pero tampoco nada menos.
La verdadera estrella de un taller literario no es la escritura sino la lectura. Volver explícito el papel del lector, su función como generador de texto, es tal vez el elemento más relevante y productivo de un taller. No es del todo raro que los que escriben suelen no ver claramente la serie de decisiones que han tomado respecto y con el lenguaje para producir una experiencia única en el lector. Ya sea porque se inscriben en tradiciones literarias con apariencia de ser universales o únicas, o ya porque denominan como inspiración u oficio al arduo trabajo de decisión que conlleva todo proceso creativo, el escritor suele escribir automáticamente. Lo que un taller hace es, a menudo, enseñar al escritor a ver críticamente lo que hace mientras toma decisiones en el proceso de escritura.
Por eso es que en la mayoría de los talleres de escritura que funcionan no sólo se omite la voz del autor del texto en turno sino también cualquier posibilidad del lector de preguntar directamente al autor sobre sus intenciones o, en su caso, sobre su acierto o no como lector. En lo que concierne al verbo tallerear, el autor no está presente o, incluso, es una función vacía, mientras se comenta su texto. Un buen lema en estos asuntos es que, si no está en el texto, no existe. Otro buen lema es: no hay mala lectura o lectura equivocada del texto. Independientemente del autor o, tal vez con mayor precisión, más allá de ella, la soberanía le pertenece de entrada al lector que revisa, para volverlas explícitas, las reglas con las que un texto funciona o no.
Por eso es que suelo iniciar mis talleres recordándonos a todos que no estamos ahí para decir si algo nos gusta o no —asunto del todo personal, sino es que hasta metafísico, que de poco o nada sirve a la escritora. Si algo nos gusta o no, o nos provoca tal o cual reacción, lo mejor es, sin duda, volver al pasaje en cuestión y, a través del comentario puntual, hacer visibles tanto para lectores y escritores la serie de decisiones respecto al lenguaje que funcionan ese escrito. ¿Es una puntuación entrecortada que en mucho reproduce las emociones de la trama? ¿Es la repetición de ciertos sonidos que, encadenados con cierto patrón, producen un ritmo especial de lectura? ¿Es una ausencia total de adjetivos que, al desnudar al sustantivo, coloca al lector frente a frente con los aspectos más sólidos del mundo? ¿Es la repetición de un “que” informándonos que estamos escuchando algo indirectamente, con la voz baja del rumor o el chisme? Antes de utilizar cualquier juicio de valor (esto es magnífico o débil o espantoso), siempre es necesario aclarar qué en el lenguaje produce ese efecto en el lector.
Los egos de los escritores y los aspirantes a convertirse en escritores son legendarios. Tal vez no haya ejercicio más relevante para ambos en este sentido como re-escribir los textos que se ofrecen para su revisión y comentario. Después de todo ¿qué lectura es más radical y cuidadosa que la escritura misma? Limitar los comentarios del taller a las escrituras intervenidas, y descartar la de los textos “originales”, nos recuerda que toda escritura es, en realidad, una escritura intervenida. También nos recuerda que, seamos conscientes de ello o no, siempre escribimos en colaboración con otros. La escritura no es una práctica aislada sino una tarea comunal. Comentar la intervención como si fuera “el original”, tratar de descubrir las reglas de ambos procesos escriturales sin tener del todo claro qué pertenece a quién, suele recordarnos también que nuestro colega, el que se sienta a mi lado como mi próximo y mi prójimo, es ante todo un lector —de libros, sí, pero también de seres, procesos, almas.
No es extraño que los talleres de este tipo produzcan comunidades equilibradas y lúdicas, deseosas de experimentar más, y no menos, con todas las herramientas a la mano, o de inventar, si el caso lo requiriera así, las que están un poco más allá de esa mano, no del todo visibles aún pero sí ya divisables desde la algarabía del que descubre y, por descubrir, explora y, por explorar, se pierde. Tengo la impresión de que es entonces, y sólo entonces, que estamos por fin escribiendo.
Cristina Rivera Garza

Historia de Emma Herlinda Garza Ríos

June 22, 2012

 

Recuerdos e Historia
de

Emma Hermelinda Garza Ríos

Emma Montemayor

Monterrey, N.L. Mayo del 2012

 

Dedico esta obra a la memoria de mi amada madre
Emma Hermelinda Garza Ríos

En ella transcribo, todo lo que vivió durante su largo camino en la vida, ese camino que la llevó a tener dificultades, pero que sin embargo con ese carácter que tenía de ser
tan extrovertida, le ayudaron a encausarlas y pudo salir adelante, consiguiendo muchos sueños; mismos que disfrutó al lado de su familia.

Emma  Montemayor
Autora

 

 

 

 

C

omienza esta historia  en el mes de Agosto del año de 1932, cuando había llegado del vecino País de los Estados Unidos de Norteamérica, el señor  Don Jesús Tomás Garza Leal  junto con su familia para residir de nueva cuenta en su pueblo natal, pues en el año de 1924  decidió emprender la aventura de mejorar su vida al lado de su esposa y sus dos pequeños hijos, yendo a radicar a  los pueblos de Mission, Weslaco, Harlingen y San Benito en el Valle de Texas.

Don Jesús, junto a su esposa la señora Ofelia Ríos González y sus dos hijos Edmundo y Elmira, comenzaron a vivir en el Valle de Texas, poniendo algunos negocios como venta de ropa, un restaurant, así como otras cosas.

Su anhelo de emprender los negocios como buen comerciante que era, le ayudaron a
vivir mas cómodamente y a después adquirir propiedades en este Valle, teniendo éstas,  en los pueblos de Weslaco y Harlingen.

Durante los siguientes años, Don Jesús y Ofelia tuvieron otros hijos en el vecino País,
siendo las niñas: Ma. Elva nacida en 1925 en la ciudad de  Mission y  Esthela nacida en
1929 en  Weslaco, así como otros niños que  lamentablemente murieron pequeños.
A comienzos del año de 1927,  Don Jesús había adquirido una propiedad en Harlingen; dicha propiedad era un edificio que reconstruyó él mismo para poner un negocio  y este
se encontraba por la calle Harrison y “C” Street.

Mientras atendía este negocio, comenzó a radicar en la ciudad de Weslaco, donde para
el año de 1929 nació otra de sus hijas tal como se comentó en el párrafo anterior,  y en en el año de 1930 abrió otro negocio en esta ciudad como venta de ropa y abarrotes, negocio que era próspero.

Ciudad de Weslaco en el Valle de Texas en los años 30s ( 1930 )

Don Jesús Tomás Garza Leal y familia en E.U.A. en el año de 1924

Pero para ese mismo año, ya se presentaba el período de recesión en el país america
no, existía una gran crisis económica y muchos negocios se iban a la quiebra.
Don Jesús y su esposa se daban cuenta de que la situación estaba mal en cuanto a los negocios, no había entrada de dinero, comenzaron a tener deudas por los altos impues-
tos,  y todo esto estaba ocasionando que fuera perdiendo las propiedades que ya había adquirido.
Se comenzó a preocupar por el bienestar de sus pequeños hijos, pues no había dinero para mantenerlos, además de que Doña Ofelia, estaba esperando la llegada de un nue- vo hijo; ante tal situación, él y su esposa decidieron  que tenían que regresar a su entra- ñable pueblo, como lo era Cadereyta  y comenzar así de nueva cuenta.

Edificio en Harlingen, Tex. fue adquirido por Don Jesús T. Garza en el año de 1927

Placa en la banqueta por fuera del Edificio en la Calle Harrison y “C” en Harlingen, Tex.

Habiendo llegado el mes de Agosto de 1932, deciden dejar el pueblo de Weslaco en el Valle de Texas, y llegan a la ciudad de Cadereyta  trayendo consigo un tráiler con el me-  naje y un carro de la época, pues todo lo demás se había perdido.

Se instalaron en ese mismo mes en una casa que rentaron, siendo una vieja casona de
dos pisos que estaba en contra esquina de la Plaza principal llamada Hidalgo; se cuen- ta que esta casa había sido antiguamente propiedad de la familia Leal, quienes también
eran parientes de Don Jesús.
Los días iban transcurriendo y se estaba llegando la fecha de la llegada del nuevo hijo
a la familia Garza Ríos.

A la una de la mañana del día 29 de Agosto de 1932,  Don Jesús recibía  la noticia de  que su esposa Doña Ofelia Ríos traía al nuevo mundo a una linda niña, que pesaría casi
los cuatro kilos, y a la que bautizaron con el nombre de Emma Hermelinda.
Fue registrada el día 19 de Septiembre de 1932 en la ciudad de  Cadereyta, Jiménez,
Nuevo León, según consta en el Acta#196.
Después fue bautizada el día  28 de Enero de 1933 en la Iglesia de San Juan Bautista de Cadereyta  según consta en la partida #42, siendo sus padrinos Don Juan y Emma Ríos González, quienes eran hermanos de su madre.

 

Casa donde nació Emma Hermelinda el 29 de  Agosto de 1932

 

 

 

 

Emma Ríos González

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Juan Pablo Ríos González

 

 

 

 

 

 

Emma comenzaba una nueva vida al lado de sus padres y sus hermanos que en ese entonces eran Edmundo, Elmira, Ma. Elva y Esthela.
Sus primeros años de vida fueron difíciles, dado a que sus padres no se encontraban muy bien económicamente, por todo lo que habían pasado en los Estados Unidos, tal como se comentó anteriormente.

En la vieja casona donde nació, vivió mas de dos años, luego la familia se mudó a la ciudad de Monterrey en una casa ubicada en una esquina por la calle de Arramberri, esto sería entre el año de 1935 y 1936; en este lugar  su padre tenía un negocio, había comprado una máquina para moler caña; así  mismo en esta casa  ella había contraído la viruela.

Cuando contaba con la edad de cinco años, su familia estaba de nuevo en Cadereyta,
ahora vivían por la Calle Juárez hacia el poniente en una propiedad que era de su abue- lo materno Don  Santos Ríos Nickels; su padre compró esta casa y en este mismo lugar, estableció una pequeña gasolinera.
En frente a esta propiedad, vivía en una pequeña y sencilla vivienda su tía abuela, quien era hermana de su abuela materna Doña Julia González de Ríos.
Su tía se llamaba Amada, y algunas veces invitaba a Emma para quedarse a vivir  por algún tiempo con ella, pues era viuda y no tenía hijos, por lo que le gustaba  cuidar a los   niños y en especial a Emma; Doña Amada, algunas veces también hospedó a otros de
sus sobrinos,  pues cada vez que Doña Ofelia iba a dar a luz, ella ayudaba al cuidado  de los niños, mientras se atendía al nuevo miembro de la familia.

Emma Hermelinda a la edad de 5 años

Durante su corta estancia en casa de su tía abuela, fue inscrita en un pequeño Kinder al que le llamaban “ Sonajas”, teniendo como maestra a la señorita  María Garza Cano, a la que apodaban  ( la Pichorra ); allí compartió sus primeros juegos con  sus amiguitos y compañeros.
Recuerda ella, que su tía en las tardes la llevaba a pasear a una Plazuela  que estaba por la calle Zaragoza en su mismo pueblo.
Por las noches después de cenar se tomaban juntas, té de hojas de aguacate, así como le enseñaba a rezar antes de irse a dormir.
También algunas veces la cuidaba su tía María Garza, quien era hermana de su padre, ella vivía también por la Calle Juárez.

En los siguientes años entró a la escuela de niñas “ Bénito Juárez”  en Cadereyta, la  cual se encontraba por la Calle Emiliano Zapata; aquí cursó la primaria hasta el quinto grado, siendo una de sus mejores maestras llamada Angelita.

En ese tiempo de aprendizaje escolar, recuerda claramente que había un concurso de
pintura dentro del plantel; Emma cursaba el 4º. grado de primaria, esto sería allá por el año de 1941.
Se había inscrito en el concurso, y realizó un cuadro de un paisaje enmarcado en pas-
portu, siendo  exhibido en la exposición, pero al calificar los trabajos, se dio cuenta de que su paisaje no había quedado en primer lugar, por lo que tomó su cuadro y delante  de la maestra lo rompió muy decepcionada, pues consideraba que era un trabajo muy   bien hecho, ya que se había esmerado en hacerlo como se debía, aun cuando sus pa-dres con gran esfuerzo  le compraron el material para hacerlo.
La maestra Angelita, desconcertada por el proceder de Emma, le comenta que su traba- jo también estaba muy bonito, pero que ella no decidía dar  la calificación sino el señor Inspector; inmediatamente Emma le contesta que si su trabajo no había tenido ningún lugar, no tenía porqué seguir exhibiéndose.
Fue entonces que ya desde pequeña mostraba su carácter fuerte y en manifestar lo que  no le parecía bien.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Emma Montemayor

El origen del apellido Montemayor

June 22, 2012

Comienza esta historia hacia el siglo X ( diez ) después de cristo donde se hablará sobre el origen del nombre o apellido “ MONTEMAYOR”,  de cuyo apellido se derivan parte de mis ancestros.

En muchas de las investigaciones realizadas, me encuentro con que el nombre o apellido Montemayor, es de origen Andaluz, referentea la Andalucía en España.

Andalucía esta compuesta por las provincias de Almería, Córdoba, Cadiz, Huelva, Jaen, Granada, Málaga y Sevilla.

El nombre de Andalucía tiene como significado Al-Andaluz, sobre la versión árabe-musulmana de la voz germánica “land lose” o landa-hlauts, sustantivo compuesto por los términos “landa” ( tierra ) y “ hlauts” (sorteo) y que significa “ Tierra de Sorteo” ; los visigodos se repartían las tierras conquistadas mediante sorteos de la Antigua Bética.

 

Aquí nos damos cuenta de que Andalucía fué conquistada durante el reinado germánico  por los árabes, y entonces tendríamos a bien decir que el nombre de “Montemayor” pro-

bablemente pudiera ser de procedencia árabe desde antes del siglo X.

 

Ahora bien, en otros datos encontrados, tenemos que el nombre de “MONTEMAYOR”

es un toponimico que se vino a convertir en gentilicio, hecho muy frecuente en los ape- llidos cripto-judíos  peninsulares.

Dichos apellidos toponimicos se derivan del nombre del lugar donde vivía, procedía, o

poseía tierras la persona o familia asociados al apellido; éstos se encuentran precedidos de la preposición  “ de, del, de la” o sencillamente son gentilicios.

 

Así mismo, estos apellidos cripto-judíos se desarrollaron en muchas de las comunidades

españolas, como Toledo, Burgos, Sevilla, Córdoba, Jaen, Segovia, y Granada, solo por mencionar algunas.

 

Durante la Epoca Medieval y tras la conquista de los pueblos españoles, los Reyes que

gobernaban, donaban estos pueblos a sus caballeros que se hacían merecedores de ellos

por las batallas ganadas, les asignaban algún título de nobleza, así como los nombraban

señores de dichos pueblos, como por ejemplo a los Fernández de Córdoba, llamándolos

señores de “Montemayor” y de los cuales se hablará más adelante.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

territorio de Andalucía ( color café )

conquistado por los árabes-musulmanes ( Siglo X d.c. )

 

 

 

 

España y sus reinos después del Siglo X d.c.

 

SURGIMIENTO DE “MONTEMAYOR”

Ahora entremos hacia el siglo X (1,000 )  antes y después de Cristo, donde se hablará

como fue surgiendo este nombre o apellido  “DE MONTEMAYOR”.

 

La historia se remonta en la Península Ibérica en algunos lugares de España, así como el territorio de Portugal, donde se han encontrado datos que se relacionen con el nombre  de “Montemayor”, y de los cuales daré a conocer su historia según su antigüedad.

 

Primero hablare del territorio de Portugal, donde se encontraron datos de este nombre de

“ Montemayor”; se trata de dos pueblos que llevan dicho nombre, uno de ellos que data del siglo X ( diez ) antes de Cristo y el cual pertenece al lugar de Coimbra, ciudad que  fuera la primer Capital de Portugal;  anteriormente Montemayor se llamó en la época ro-  mana como Medobriga, siendo una ciudad de las más antiguas de Portugal y caída en  poder  de los Moros, para que en un largo tiempo también fuera conquistada por el Rey Fernando I ( el Magno ) hacia el año de 1008 después de Cristo, actualmente este lugar se llama Montenor o- Velho ( Montemayor el viejo ).

 

El otro pueblo también de nombre Montemayor y perteneciente a la ciudad de Evora en

Portugal, tiene asentamientos muy antiguos,  fue cabeza de Marquezado, siendo también conquistado por Sancho I, segundo Rey de Portugal por el año de 1200 después de Cris- to, este pueblo actualmente es llamado Montemayor el Nuevo.

 

Cabe mencionar que en estos dos pueblos residían desde época antigua muchos judíos, teniendo que ser expulsados en el año de 1492, cuando se decreta la orden de los Reyes Católicos Fernando e Isabel de España; mucha de la población judía salió de Portugal

para residir en otras partes y una de ellas era la Nueva España.

 

 

 

Ciudades de Coimbra y Evora en Portugal          Judíos en España, Siglo X d.c.

 

 

 

Castillo de Montemayor ( El Nuevo ) en Ebora, Portugal

 

 

 

Castillo de Montemayor ( El Viejo ) en Coimbra, Portugal

 

 

Ahora me ubicaré en el territorio de España; como primer lugar esta un Municipio cuyo   nombre es Benahavis, en provincia de Málaga en Andalucía, el cual está estrechamente vinculado al pasado árabe de la Costa del Sol y concretamente a la ciudad de  Marbella, donde actualmente se encuentran los restos de un antiguo castillo, y cuya construcción es de antes del siglo X ( diez ) después de Cristo,  muy cercano a Marbella estaba Hisn Mont Mayur  ( Castillo de Montemayor ).

 

Originalmente esta fortaleza, la cual fue anterior al lugar de Benahavis, perteneció a la familia árabe Banu-Havis ( los hijos del abismo ), de done procede el nombre del actual pueblo.

Se dice que el Castillo de Montemayor fue construido y habitado por un notable árabe  de nombre Avis o Havis, y cuyo hijo tuvo la idea de construir varias defensas durante la  dominación árabe-musulmana, el cual sirvió de importante enclave militar, dado a su indudable valor estratégico, pues desde él, se contemplan más de cien  kilómetros de la costa, incluyendo el relieve del litoral africano, además de que contaba con una galería

subterranea que lo comunicaba con la costa, a través de la cual podían los moros trasla-

dar sus tropas, pues gracias a esto se llegaron a librar varias batallas durante la época del Califato de Córdoba a principios del Siglo XI.

También este castillo fue del agrado de los Reyes Católicos por su excelente ubicación,

ya que su ensenada podría servir de estación naval para las galeras y fustas castellanas,

logrando la derrota de otras tropas hacia el año de 1485 y surgiendo la conquista de este lugar de Benahavis.

 

 

 

 

 

ubicación de la Ciudad de Benahavis en Málaga, España

 

 

 

 

 

 

vista aérea y ubicación del Castillo de Montemayor en Benahavis, España

 

 

 

ruinas del Castillo Montemayor en Benahavis, desde aquí se divisa el litoral africano

 

 

 

En segundo lugar tenemos la historia del Municipio llamado la “Villa de Montemayor”, el cual se encuentra en la Provincia de Córdoba en Andalucía.

Este lugar tiene antecedentes muy antiguos a lo que atribuyen que anterior a la Villa de

Montemayor el lugar se llamó Ulia, durante la época romana; sobre este nombre existen  dos teorías, la primera apunta al vocablo que significa “ Monte” y la segunda afirma que el nombre de Ulia se debe a “Ulio” nombre propio del Rey fundador de la ciudad.

 

A través del tiempo, este lugar va desapareciendo por la decadencia general que sufría  la Bética durante la dominación visigoda, perdiéndose rastro literario así como arqueo-

lógico del lugar.

En época árabe vuelve a aparecer el nombre de Ulia hacia siglo XII ( 1,200 ) después de

Cristo, por la creciente cercanía de la Córdoba Musulmana; este mismo nombre llevaba

un río llamado Ulya; tal vez se trate del arroyo Carchena en las cercanías de la Villa de

Montemayor, este río estaba como paso obligado en la antigua calzada romana que unía

Córdoba con Málaga.

Otros datos cronológicos nos informan también del mismo lugar, que el Rey Alfonso X llamado ( El Sabio ) lo consideraba un lugar de tierras de abundante y excelente trigo, así como de caza; pero unos años atrás, su padre el Rey  Fernando III, “ El Santo”, había enviado sus tropas ( en el año de 1233 ) que se dirigían a Córdoba, para que ocuparan el lugar semiderruido y casi deshabitado.

 

 

 

 

 

Municipio  “de Montemayor”  en Córdoba, España

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es a partir de este año que la antigua Ulia, siguiendo al Abad de Rute comienza a deno-

minarse “MONTEMAYOR”.

Tras la conquista de Córdoba, el territorio y el vecino Castillo de “ Dos Hermanas” que  se encontraba junto al arroyo Carchena, pasaría a formar parte de los dominios de una de las familias cercanas a los Reyes,  “ los Fernández de Córdoba”.

Por el año de 1340,  Martín Alfonso Fernández de Córdoba, se vio  obligado a repoblar dicho lugar, debido a los saqueos de la campiña cordobesa causados por el Rey nazarí Muhammad; esto ocasionó que el viejo Castillo de “Dos Hermanas” ya construido para el siglo X,  y que se encontraba en las cercanías de Montemayor, fuera desmantelado y

se dieran las tareas de la construcción de un Castillo y de un nuevo pueblo.

El nuevo pueblo y el nuevo Castillo que llevaría por nombre  de “ Montemayor “ sería

construido en un noventa porciento con los restos de la antigua Ulia, así como piedras y

materiales del antiguo Castillo Dos Hermanas, quedando el lugar mucho mejor ubicado

y defendible, siendo el Castillo de Montemayor más grande que el anterior.

 

Hacia el año 1349, muere Martín Alfonso Fernández de Córdoba, dejando el señorío y la Villa de Montemayor a su hijo primogénito Alfonso Fernández, quien adopta a partir de esta fecha como principal apellido, el  “DE MONTEMAYOR”.

Es así como comienza la Rama del apellido Fernández de Córdoba y Montemayor, y en

la cual muchos de ellos solo se nombraban “de Montemayor”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alfonso Fernández de Córdoba            Escudo de los Fernández de Córdoba
III Señor de Montemayor

 

Emma Montemayor