Archive for the ‘David Guillermo Soules’ Category

Todavía no entiendo

June 22, 2012

Todavía no entiendo
el ingenuo tránsito del tiempo
flotando en la hoja
con las manos arriba
mientras un ojo redentor nos observa
detrás del púlpito del agua.

 

Será que nada vuelve
a ser molécula.

 

El hombre que ambula de noche
al ras de la piedra
lentamente se persigna
para obtener el perdón.

 

Entonces me ciega un halo de luz
y tras el último signo se esconde
otra memoria
distinta de mí,
ajena al silencio
que duerme en el lecho
del pasado.

David Guillermo Soules

Diálogo con la amada

June 22, 2012

Hay algo de ti que no sé qué es pero lo siento aquí conmigo.

Hay algo de ti que he visto en mí pero no comprendo.

(La fiebre no baja.)

Hay algo entre nos que me da calor.

(La fiebre secunda esta sensación al verte así.)

Hay algo imposible de descifrar.

(Al verte así, tan frágil e incrédula,
con la inocencia que sólo poseen los niños pequeños.)

Hay algo que vive

oculto en tus manos.

(Los niños que sé que nunca tendremos.)

Hay algo increíble en todos nosotros.

(Y tú que de pronto encoges los hombros.)

Hay algo que existe sólo en el cosmos de tu regazo.

(No quieres hablar.)

 

Hoy respiramos polvo del polvo y no dices nada.

(¿Qué quieres que diga?)

Hoy la avalancha de mis caricias se ha detenido.

(Y eres culpable.)

Hoy toca fondo el cuerpo indeleble de la tormenta.

(Sé lo que piensas: lo que comienza
jamás termina.)

Hoy no despiertas.

(Hoy desharemos los acertijos que urden tus ojos.)

¡Ojos de selva!

 

Ella descalza sus emociones: cambia de ritmo.

(Ven a mis brazos.)

Ella desangra con sus colmillos de cruel pantera

mi corazón.

Va y se escabulle donde mi sombra
no es más mi sombra.

(Soy el espíritu que te habita.)

Ella descansa tras las fronteras

de un universo desconocido.

 David Guillermo Soules

Alocuciones

June 22, 2012

Y en un silencio escandaloso
te vi venir, tan plena
tu piel sin escamas, tan plena tú;
tan plena la luna llena de mis entrañas,
esa inquietud en la que de luz
nos ensombrecemos.

 

Y amanecemos llenos de vida,
la noche asciende hacia nuestros cuerpos
tan sudorosos, tan imprecisos,
a nuestros cuerpos que hacen silencio también
cuando la noche calla.

 

Y es madrugada cuando en tus ojos
nacen mis manos;
y es el otoño el que se confunde
con el verano.

 

No ese sol pálido,
no es el sol en donde naufrago,
sólo tu aroma y tu piel desnuda
me traen de vuelta.

David Guillermo Soules

Dudas

June 22, 2012

Cómo te explico de aquel voraz león que me muerde las entrañas.

Cómo te explico los argumentos de la película de mi vida.

 

Cómo te explico que los silencios doblan verdades para ocultarlas.

Cómo te explico la sensación que me enmudece cuando me miras.

 

Cómo te explico de ti y de mí y de aquellas tardes tan memorables.

Cómo te explico las soledades que con tu sangre desdibujé.

 

Cómo te explico el manto de auroras que de tu pelo crece implacable.

Cómo te envuelvo con mis suspiros si van al aire y se desvanecen.

 

Cómo te explico ese resplandor que hay en tus ojos color de miel.

Cómo te explico la sordidez de mis palabras para ocultarme.

 

Cómo te explico la juventud que me devuelves a cada instante.

No hay otra forma de hacerte verlo y sin embargo cómo te explico.

David Guillermo Soules

Ayer

June 22, 2012

Ayer creí en ti como nadie es capaz de creer
ni antes del tiempo ni después de lo sucedido,
ni siquiera al trasponer estas frases trilladas
en el hábito del silencio.

 

Ayer yo fui la mano que te ayudó a crecer en el espacio
y justo antes del vientre de la madre
y sólo después del instante en el que te diste cuenta
que mi memoria está repleta de ti.

 

Ayer es un punto indefinido
y ni tú
ni yo
ni ellos
seremos capaces
de ennegrecerlo
de hollín.

 

Ayer me basta para decir lo indecible,
para callarnos la noche entera
porque dispuesta de este modo
no cabe nunca
en el hueco irreparable
que es mi boca.

 

Y yo mantengo de ayer la distancia.

 

Ayer me suena como campanas de boda
que vitorean al difunto.

 

Ayer la ausencia
asemeja mi cuerpo
atravesando el vitral
en donde el rostro
del mañana
jamás se asoma.

David Guillermo Soules