Hay algo de ti que no sé qué es pero lo siento aquí conmigo.
Hay algo de ti que he visto en mí pero no comprendo.
(La fiebre no baja.)
Hay algo entre nos que me da calor.
(La fiebre secunda esta sensación al verte así.)
Hay algo imposible de descifrar.
(Al verte así, tan frágil e incrédula,
con la inocencia que sólo poseen los niños pequeños.)
Hay algo que vive
oculto en tus manos.
(Los niños que sé que nunca tendremos.)
Hay algo increíble en todos nosotros.
(Y tú que de pronto encoges los hombros.)
Hay algo que existe sólo en el cosmos de tu regazo.
(No quieres hablar.)
Hoy respiramos polvo del polvo y no dices nada.
(¿Qué quieres que diga?)
Hoy la avalancha de mis caricias se ha detenido.
(Y eres culpable.)
Hoy toca fondo el cuerpo indeleble de la tormenta.
(Sé lo que piensas: lo que comienza
jamás termina.)
Hoy no despiertas.
(Hoy desharemos los acertijos que urden tus ojos.)
¡Ojos de selva!
Ella descalza sus emociones: cambia de ritmo.
(Ven a mis brazos.)
Ella desangra con sus colmillos de cruel pantera
mi corazón.
Va y se escabulle donde mi sombra
no es más mi sombra.
(Soy el espíritu que te habita.)
Ella descansa tras las fronteras
de un universo desconocido.
David Guillermo Soules