Verás, maestro, en estos momentos es bien difícil conseguir entradas para conciertos decentes, y tú sabes, la cosa está bien sarra por la falta de los mismos, y luego bien pinches careros ¿cómo iba a rechazar la invitación de Megaterio si la verdad tocan bien chingón? Ya sabes, te avisan por el muro, y luego invitan a uno y otro y así se va corriendo el rumor. Entonces lo que pasó fue esto:
Me invitaron y acepté ¿a poco crees que me iba a negar? Si los rasgueos de guitarra son tan tentadores, como cuchillos cruzando la piel, tu sabes, metiéndose en tu alma, e inevitablemente cuando te desangras, metafóricamente hablando, pues te dejas ir a través de la piel, de poros que se abren con el calor que la música provoca. Y claro, hay un chingo de pendejos que dicen que esto no es música, que es ruido, y por eso corren bien asustados, pero… ¡no mames! en su cerrazón doble moralista y religiosa creen que uno hace cosas horribles, cuando los que hacen cosas horribles son ellos. Y quizá no esté metido en nada, pero conozco lo que hacen, me ves a mí con esta mata crecida, con esta camiseta y estos pantalones negros, y con estas muñequeras de cuero, que de igual forma tienen mucho metal, como mi propia personalidad.
La cosa estuvo así, llegué al concierto, y pues ya sabes, me entrené durante la semana para que el cuello se acostumbrara pues iba a agitar mucho la cabeza. Y esta vez quería gozar tranquilo, si acaso con un six de pistos, encima, lo normal. Y eso que había llegado tarde.
Entonces ahí me ves, nos ves, el grupo en un lugar cerrado, porque la misma ciudad se cerró para todos, apegándose a un horario donde si no se sale temprano es muerte segura ¿sabes que en mi buena época las tocadas duraban hasta las cuatro de la mañana? y todavía podías seguir pisteando tranqui, pero ni madres, eso ya pasó. Así la música, como te iba diciendo, se metía a mi cuerpo, erizaba mis vellos como pinchos, mis músculos comenzaron a vibrar, y mi cabeza, que ya estaba lista para moverse, se sacudió sin que siquiera me lo propusiera. Así comencé a jedbanguear bien sabroso, de esas que ni cuenta te das de ti mismo, entre parpadeos fugaces veía este cabello tan largo sacudiéndose en el aire, entre las luces de neón, parpadeantes y estridentes, así como entre las sombras de aquel baresucho donde habíamos varios de mi calaña. Y claro, también chavitos y las guapetonas con sus corsés. Pero yo seguí concentrado en mis sacudidas, y en mi cabello al ritmo del Megaterio. Así anduve un buen rato, lo juro. Y noté esto bien raro, que me sacudía sin tener control de mí mismo, pero no maaaaaames… creo que no me había puesto tan loco desde el último pase que me había echado en casa de uno de mis compas, y ni ellos se dieron cuenta. Y no sé cómo pero vi, igual, entre pestañeos, que el cabello agarraba vida propia, y se extendía hasta pedir su espacio entre todos. Y ya dominado por la música comencé a gritar sus canciones, y aunque nunca me molesté en aprender la letra, bien que las carraspeaba. “Iog Zotot”, “Miserenobis”, “Katulju” y no sé cuanta mamada más grité, pero eso pasó en automático, y no soy pendejo, sé que es lo que significan esas madres, o por lo menos me las platicaron en forma de cotorreo, pero no puedo explicar que pasó que el cabello se convirtió en unos tentáculos, así, bien chingones, y se extendían a través de mí.
Seguí sacudiendo la cabeza y vi los cuerpos que levantaba mi recién transformado cabello, mi personalidad, mi identidad. Todos los cuerpos fueron aplastados, destripados, mi cabeza no paraba de sacudirse, ni yo tampoco, estaba tan entrado, un éxtasis, como cuando te coges a una vieja bien sabrosa y encima tienes anfetas de las buenas, y creo que esto superaba a todo lo demás. Entonces no sé si diez o veinte cuerpos fueron agarrados y aventados. No sé en qué requinto o remate paré, pero cuando terminé a mi alrededor había un charco de sangre, y mis converse estaban encima de un charco de sangre, que digo un charco ¡una laguna! Y sí, fue bien chingona la cosa, pero no el hecho de que los de Megaterio se me quedaron viendo bien sacados de onda porque les había matado a la audiencia. Chinga’o ¿sabes cuanta responsabilidad es eso? Y ni modo, tuvieron que llamar a los del staff para que limpiaran todo el desmadre que mi cabello había causado
Entonces, sin intención, estás en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y algo así fue lo que me pasó, en los noticiarios dijeron que se había presentado un derramamiento de sangre porque el local no estaba acondicionado y no sé qué más. Y cómo ya dije que la doble moralidad está bien presente, pues ni modo de decirles la verdad, que el final de los tiempos está bien cerca y se presenta en donde las expresiones musicales más brutales se dan a conocer.
¿Y quién me invitó? Sepa, estos güeyes tan chisueados de Megaterio etiquetaron a muchos y por ahí quedé. Estos saben el poder que tienen, quizá recluten a más banda para la destrucción, pero de momento yo paso, no deja de dolerme el cuello y quisiera dejarlo descansar unos años, si es que llegan a pasar ¿tienes alguna chela por ahí? Contar todo esto me pone todo erizo y necesito entrarle a la galliza para calmarme.
Laura Elena Sosa