Y sucederá que estarás frente a mí pero serás sólo un espectro, de esos que la gente dice que no terminan de morir porque no han cumplido con su misión aquí en la tierra.
De esos que te persiguen a todas partes y hacen todo lo posible porque sientas su presencia, ya sea con un frio que te recorra la espina dorsal o con un susurro en los oídos.
De esos que describen como almas en pena cargando un rostro cadavérico y angustiado; que van sin dirección vagando, aquejados de una inmensa sensación de vacío, de soledad, de dolor.
De esos que los vivos no dejamos “descansar en paz” por que los mantenemos siempre en nuestro recuerdo, latentes en nuestra memoria, aferrados a nuestro ser, lo que hace que en cualquier instante aparezcan ante nuestros ojos.
De esos a los que cuando se les logra ver, sentir, escuchar, se les pregunta el motivo por el que no han sosegado su alma en el descanso eterno y siguen vagando en el limbo, en la angustia, en el delirio.
De esos que responden que aún no terminan su cometido y se rezagan en espera de hacerte el bien que durante mucho tiempo en su vida pudieron haber hecho y por egoísmo sólo lograron dañarte.
De esos a los que cuando por fin logran enmendar su daño, consiguen ver esa luz al final del túnel que les llevará a la gloria, al paraíso, al cielo, ya limpios de toda maldad, de toda faena demorada, de todo ese lastre que no les permitía elevarse.
De esos fantasmas en los que YO no creo y, siendo así, no podré verte; no sabré de tu arrepentimiento ni de cuánto te pesará el haberme hecho mal; no podré tocarte ni escucharte decirme todo lo que sentirás.
De esos espíritus a los que nunca he añorado y jamás te preguntaré los motivos por los que no te has ido y, entonces, no podré otorgarte el perdón que necesitarás para poder acceder a la salvación de tu alma.
Y sucederá, por lo tanto, que jamás verás abrirse ese corredor de luz que debería llevarte al edén; por el contrario, permanecerás deambulando con tu carga, con tu suplicio, con tu agonía, con mi recuerdo a cuestas, por toda la eternidad.
MaRGO