Archive for the ‘Teresa Acevedo’ Category

Hoy

June 22, 2012

Hoy no cargo lo de ayer,

lo fui dejando entre la casa y este lugar.

Estoy más ligero, más contento,

feliz y sin dolor.

 

En la cama deje el cansancio,

en la bañera el sudor,

en el camino el agobio,

en la entrada el malestar.

Deje las prisas,

llegue despacio,

relajado,

de buen humor.

 

Veo a la gente a mi alrededor,

está contenta,

amable y fresca.

Quizá es el clima,

tal vez soy yo.

 Teresa Acevedo

Comprando pan

June 22, 2012

Aquí esperando el tiempo es lento,

la fila larga, se acaba el pan,

una señora que tiene canas

está enojada porque no avanza,

otros ya muestran las caras largas

porque un viejito no se formó.

 

Mas otros rostros hay en la fila

en otro mundo yo se que están.

Hay unos niños jugando al lado,

con el mandado y con su papá.

 

Enfrente tengo un par de novios,

que no se apuran su tiempo es poco

para estar juntos no es suficiente,

aprovechando cada momento

hablan bajito de sus secretos,

mientras se ríen con las manitas

se acarician muy natural .

 

Y yo me muero por irme a casa,

llegar a tiempo, besar mis hijos,

poner la mesa, darles el pan.

Teresa Acevedo

Si todo fuera miel sobre hojuelas

June 22, 2012

Por más que hago no te olvido,

como duele recordarte.

No me pesa  lo que nos alejó,

sino lo bueno que has trajiste,

me lastima lo perdido, lo mucho que aun te quiero

 

Duele en todas partes,

en el corazón, en los ojos,

que no paran de derramar agua amarga,

en la espalda que no quiere seguir cargando este cuerpo,

el vientre que te extraña;

aun más en la mente que quiere olvidarte y no puede,

ya que te tiene presente, en cada rincón de la ciudad,

en la que dejaste huellas,

que los demás no ven y yo sí.

 

Te encuentro en las películas románticas,

mis ojos se enrojecen al verlas,

estás en la letra de cada dulce canción

por eso no puedo escucharlas,

ya que pierdo el control.

 

Cada día dueles menos, sin embargo

sigues haciéndote presente en mi cabeza loca,

me he convertido en demente que no te deja ir,

aunque separados sigues aquí adentro.

Por qué no vienes por tus restos,

para qué has dejado tu recuerdo.

 

No lamento haberte encontrado

es una fortuna conocer el amor,

hay quien no a tenido esa dicha.

Me arrepiento de dejarte ir,

aunque era necesario.

 

Sigo adelante como una vela,

que el viento lleva a no sé donde,

sin ilusiones y sin fuerzas,

cargando contigo a todas partes.

 

Cómo se deja un amor terminado,

si tú lo sabes por piedad dime,

dame el secreto, no me dejes así,

morir despacio, morir en vida.

Teresa Acevedo

 

 

 

Al final de un día pesado

June 22, 2012

Llegue al hogar, salude a los míos, el cansancio me reclamaba descansar, subí la escalera, mis piernas no querían avanzar, la necesidad de llegar a ese lugar de paz y reponer las fuerzas era mayor.

Lo logré, abrí la puerta, encontré algunas prendas limpias sobre la cama, no era lo que esperaba, las junté, forme un montón, sin importar que se arrugaran, las deje caer al piso.  Así con la ropa puesta me dejé caer, en un instante perdí la conciencia, no supe de mí.

De pronto, frente a mí, apareció un bulto, una especie de costal de color ámbar, luego venía otro igual, en fila como en una línea de producción, uno tras otro, después otro más, por alguna extraña razón yo sabía que era mi responsabilidad que costales no fueran juntos.

Pronto llegaron más bultos, esta vez de prisa, luego unos encima de otros, luchaba por separarlos y que salieran de mi vista uno por uno, como debía ser, no tenía que contarlos, solo asegurarme que terminaran separados. Fueron largos momentos que solo hice esto, bulto tras bulto, hasta el hastío, pedía que esto terminara, no acababa, seguían saliendo, a veces alineados, otras en montón, algunas lento, otras rápido, no podía descuidarme.

Mi pedido fue escuchado y desaparecieron. Ahora me encontraba en una recamara, no la conocía, no la había visto antes, sin embargo sabía que era la sala de mi casa. Me senté en el sofá, de pronto se apareció una boa, era gigantesca, vi que entró por la ventana, grité fuerte y no salió la voz. Qué le pasaba en mi garganta, me pregunté. Salte del sofá, quería escapar, corrí a la puerta, mis movimientos eran pesados, por más que me esforzaba, no avanzaba y el reptil venía detrás de mí. Logré salir de la casa, mire atrás, la serpiente seguía mi rastro, no lograba moverme rápido, por mas esfuerzo que empleaba, todo era en cámara lenta, como si corriera dentro del agua, mas la gran víbora si tenía velocidad, aun así no me alcanzaba. Ya estaba muy cerca de mí, un poco más y me devoraba. Abrí los ojos, vi el techo de la habitación, sudaba, estaba a salvo. Suspiré y di las gracias.

 Teresa Acevedo