Archive for the ‘Carlos Treviño Sierra “Alacrángel”’ Category

Cuatro días de Abril

June 22, 2012

I

Te he venido pensando últimamente

más de lo acostumbrado, mi corazón,

mi corazón de angustias, pálido… te extraña.

Debiera decir otras cosas

pero este frío ya me tiene harto,

y no estoy enojado mas bien dolido.

Este frío me lastima a pesar de la cortina de árboles

a mi alrededor y la acariciante pared de montañas

que ha extendido sus alas para ser mi protectora.

A esta altura debiera bastarme

una sonrisa tuya para ser feliz,

recordarte… pero no así.

Te he venido pensando más de lo acostumbrado,

más de lo debido. ¿me ves? Me pregunto sabiendo que no,

al menos no como yo pretendo.

Te sueño temblando de miedo y yo nunca llego

a encontrarte, a salvarte de ese temblor

de las aves cuando están a punto de partir.

La luna llora estrellas y las flores nocturnas

salen de sus cuevas, silenciosas pero bellas,

y yo… yo te he venido pensando más de la cuenta…

II

Quisiera en este mismo instante llamar a tu puerta,

pero la noche (eterna, mortal e inquieta)es delgada

y las heridas siempre son más frágiles por estas sus horas.

Así que mejor te escribo una mañana gruesa y tierna,

gruesa como el tiempo y tierna como la primavera

ó te grabo los sonidos de la lluvia más suave.

Que bonito (y también que miserable)

es tener fe en que no se muera la lumbre.

Ya ves, ayer que tanto me llene la cara de sangre

con esas lágrimas filosas, hoy vuelvo blanco de nieve

a buscar revancha contra tu boca.

Tú mirada, lejos, aún me acecha

como acechan las sombras en el bosque,

como acecha el jaguar en la selva,

como acecha el amor desde el cielo.

Y yo… yo sigo siendo un masoquista

en este trapecio que es conocerte,

amarte es caer nuevamente

en mil y un contradicciones

que hasta el poeta más tonto

nunca querría conocer.

Quisiera en este mismo instante pero un minuto después

suponerte lejos pero cerca de mi, porque tu eres el cielo,

pero no el cielo del formato planetario que en la escuela

enseñan en la clase de astronomía, sino el cielo, el último,

el verdadero, el único cielo, el que se mira sin preguntarse nada,

el que se diluye en las canciones llenas de aurora

que las guitarras de los trovadores mastican en las noches de luna.

Y también pero dos minutos después quisiera creer

Que en el sueño más perturbador tu mirada quieta se mueve

Y en el pozo del silencio me necesita.

III

aunque sea solo un poco, aunque sea solo un poco de algo,

un clon del amanecer, creo necesitarte, ojalá y me equivoque,

ojalá el tiempo maldiga mi corazón de agua y de cobre

mentiroso yo, que nunca te entiendo, que merezco estar lejos,

mientras tanto vivo hoy sin tu latido y por primera vez me espanta estar solo

tal vez nunca me había atrapado la oscuridad tan plena y llena de siseos y tengo miedo

ese miedo irrefutable en el hombre que no despierta

no hay luz ni lámpara y los grillos están ajenos a las quemaduras que abrazan mi alma,

los siseos avanzan, me invitan, hablan pero no los entiendo

son ecos sin forma ó formas sin nombre que roban el aliento

el trauma de no ver luciérnagas se extiende hasta llegar a la playa hasta llegar a tu cuerpo vacío

nuestra historia sin dolor y sin gozo sin amor y sin odio

sin acuarelas de un pintor reconocido

se va mutando en una película de comedia americana

un drama contemporáneo donde me tiembla tu mirada

y no tengo sensatez y empiezo a pelear

por cosas que la ternura jamás entenderá

pero hoy después de la marea ahora que te has ido allá donde el aguacero

y en voz muy bajita me digo que te quiero

IV

Quisiera darte un beso con alma de pirata

tener el hábito de llamarte cada que no te acuerdas de mi

quedarme en la casa toda la noche, olvidarme de mí

no soñar que estoy lejos muy lejos y muerto.

acaso no has de doblar ese beso

y guardarlo hasta que algo mejor se aproxime

acaso mi claridad no te perturba demasiado

como esa tormenta al pescador de tiburones

quisiera guardarte sólo un rincón del mundo

cerrar mis ojos como balas a las otras mujeres

pero la ceguera no me permite ni darme cuenta

que a lo mejor la intención es lo que cuenta

y tu me has amado aunque yo no te vi.

Carlos Treviño Sierra “Alacrángel”

A veces en sueños

June 22, 2012

A veces pareces de hielo. bueno, no. mas bien agua nieve,

menos dura y más fría, punzante. hilos de mi propia sangre.

(a veces pareces darme la vida y a veces la muerte)

 

y hay veces también que me imagino tu amante

y hago de ti un fuego vertido en el mar de mis soledades.

 

pero los sueños son traicioneros también y despertar así: vacío y lejos,

ya sin sombras tuyas que seguir, ya sin tus manos hechas de aire,

sin tus ojos matizados por la miel; dulces transparentes, hermosos,

(el cielo debió llorar cuando de él los tomaron) y ese tu corazón de luna,

(pero no la luna casual que se mira cada no sé cuantos días,

mas bien otra con luz propia)

es casi siempre una alberca de pensamientos tristes.

 

a veces pareces mitad mujer, mitad paloma,

alas de ángel de sal y de rosas,

alas de espinas y pétalos, alas de lluvia,

ligeras, impacientes por volar.

 

a veces me pareces amada por mi, pero el amor es cosa de dos.

así que mi amor es incompleto, faltas tú.

después caigo nuevamente en la pregunta de

¿cómo hacerte mía si tu esencia es no pertenecerme?

 

(pero eso no importa si a veces en sueños

me abrazas aún fría y distante.

si en la oscuridad cierras los ojos

y a veces también me imaginas tu amante.)

Carlos Treviño Sierra “Alacrángel”

A tu recuerdo

June 22, 2012

Somos los dueños del mundo encarrerados en la pasta de un libro llamado playboy,

conejo negro que se burla del amor, belleza que surge de la fría mirada de una flor…

desnuda la mujer se ve mejor, pero tu… mejor desnuda tu interior.

 

quiero mirar si en tu sangre esta el motivo ó la culpa en que me muero

y me pregunto:

¿por qué de pronto eres la excusa ideal de mi reciente locura?

¿por qué de pronto eres síntoma y padecimiento

de este sentimiento que creía había muerto bajo mi orden?

 

Pero tú…

no sabes nada de este clima que hay en mi,

sólo te esquinas donde pueda verte sin tocarte,

en el valle de la luna en que no puedo alcanzarte,

en el otro lado del espejo, en la taza del café más negro,

el de las once de la noche, el que me hace dormir viendo estrellitas,

tocar tus manos sin horas y adueñarme del candado que deja abierta tu puerta.

 

Mejor desnuda las ventanas de tu alma

mientras yo intento callarme en el grito que te espera,

en la lumbre que te aguarda y que quiere quemarte sobre mi cuerpo.

 

Mejor desnuda mis palabras y comprende mi inquietud por amarte,

por callar, por darme cuenta que tu silenciosa mirada es mejor

que todo el mundo girando en mi cabeza antes de irme ó quedarme

sin todavía tocar toda la luz que le sobra a tu recuerdo.

Carlos Treviño Sierra “Alacrángel”