Archive for the ‘Mikel Deltoya’ Category

Efímero beso

June 22, 2012

Beso tu mejilla en una fracción de segundo. Disfrazo en un saludo mil deseos y beso con ternura tu mejilla. Entonces imagino que mis labios al tocarte penetran en tu cuerpo y te desvisten; envidio al sudor que te congela, al que evaporas, porque te abandona al igual que cuando lloras, a tus manos que no se dejan tocar, a tus senos que no ven la luz del sol, que no los puedo sentir  porque no les das libertad.

Ya no se trata del amor, amor mío, sino del deseo cuando me tocas, del fuego que no prendes pero que al mencionarme provocas, se trata de nosotros en un tiempo alternativo, en una rama de diciembre al momento subjetivo, porque llegaste al mundo desnuda, como ahora te imagino, como tu espalda en que escalo, en la que duermo. En tus tobillos a los que cada jueves por las mañanas voy de paseo.Se trata del susurro de tus pasos al oído de mis ojos, el momento en que me pierdo cuando te pinto y te borro.

Imagino tu vientre y que me fundo en él, que me fragmento en tu piel y que vuelvo a nacer. (quiero darte serenata de esas que dan los mudos) ¿Porque es tu presencia – tú, intangible- tan perfecta? Esa que me llama cuando yo no la invoco, cuando no pienso en ti, cuando pasas y no me hablas, cuando caminas y no me buscas, y yo buscándote hago que me encuentres.

¿Por qué tú recuerdo me llama por la noche? Me incitas a desearte, a perderme en tu cabello, a probar tu cuello y morir envenenado por el fruto prohibido. Me fascina que me ignores, porque te vuelves más deseable, como una moneda de un centavo que descubro en plena calle.

Por eso, toco con mis labios tu mejilla, y te imagino desnuda, luego miro tus ojos y ahí todo lo veo: Sabes – en algún rincón, en alguna parte- sabes que te amo, lo que no sabes –porque no quieres- es lo mucho que te deseo.

Entonces termina el beso, y nos despedimos a pasos ciegos, te vas como la mañana y yo me muero hasta que te siento de nuevo. (Eres mía, no refutes, eres mía y de nadie más).

 Mikel Deltoya

Hace frío y …

June 22, 2012

“Yo sueño te veo indefinidamente superpuesta a ti misma.”

A.B

Hace frío y yo me encuentro acostado a oscuras. La luz de mi cigarro te dibuja, entonces cierro los ojos y te conviertes en mi pizarra mágica, en donde borro y dibujo a voluntad. Te espero encontrar aún más al fondo de donde naces pero soy tan frágil que me quiebro con facilidad durante y después de ti, de tus memorias, de lo que alguna vez seríamos.

¿Quieres que te hable de amores? A veces te canso con mis intrigas y tú pesas como el refrán que se desgasta y se contradice a sí mismo.

La cama helada el único sitio del universo donde no has entrado, donde el imaginario subyace y donde únicamente me desencadeno cuando divago vez tras vez tras sueño tras insomnio tras amor y desamor. Recuerdo afectivo y efectivo, me estoy rompiendo el pensamiento. Aunque la noche no sirve de mucho tu recuerdo emerge y se convierte en vida; la atmósfera de mi cuarto juega con las sombras y comienza a surgir tu pensamiento y casi puedo sentir tus ojos cobijándome.

¿Serás de nuevo vida o te perderás otra vez como ceniza?

Entonces hace su majestuosa aparición en forma de susurro tu nombre, y lo repito muchas veces para creer que te poseo. Cada que lo pronuncio surge un pétalo y la noche se lo lleva. Tan triste es el sobregiro de tu ausencia, que cuando lloro tus palabras, de ahí brota un manantial de letras en las que tengo que buscar tu nombre y borrarlo con sollozos para así recomenzar.

 Mikel Deltoya

Toda tú eres un poema

June 22, 2012


Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.

Lo que me gusta de tu sexo es la boca.

Lo que me gusta de tu boca es la lengua.

Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.

Julio Cortázar

Estás allí a unos metros de mí, desafiante frente al universo. Eres la cuestión por encima de mi entendimiento, con una esencia transitoria, justa, solemne, incluso coloquial.
Trato de mirarte de reojo, finjo la vista de a ratos y nos contemplamos frente a frente. Como los pasos que brotan en los parques que respiran las ciudades que perfilan el planeta que gira en torno a todo, a toda tú. Estamos en la café-librería, cada quién en su mundo, yo por acá con mis problemas azotándome con determinación, tú allá con ocupaciones que jamás entenderé.

Tendría que mirarte todo el día para poder parafrasear tu pestañeo, tendría que posar mi oreja en tu pecho para subrayar tu latir. Debería arrojarme al abismo de tu cabello para ver si puedo hacer reseña de su aroma. Mon amour, eres un poema, lo sé por lo que entiendo. Y tú no lo sabes, quizá porque para ti lo cotidiano raya en lo subversivo y eres de las personas que fruncen el ceño cuando los países están en guerra u olvidaste algo en tu mesa de centro.

Escucho los tecleos que desbordan de las yemas de tus dedos y comprendo que tu sangre sigue fluyendo, no se detiene al final de tus índices, encuentra en ese efímero puente una manera de intercalarse entre las pulsaciones o el sentido de las cosas. Puedo imaginarme con el oído, cómo tu sangre pasa a trasladarse lentamente a la hoja en blanco a modo de mecanografía.

Hace un par de horas, antes de que llegara, leías, por eso te admiro tanto, porque en la ubicuidad de tu sonrisa, tú mejor que nadie de tu entorno me hace comprender lo valiosa que es la lectura y lo compleja que es la existencia cada que alguien como tú pisa la tierra.

Mon amore, estás sosteniendo un libro, lees su contraportada. Yo no puedo romper esa cadena de marfil, no puedo ni con un martillo volátil quebrar la estructura que edificaste entre los libros y tus ideas. Miel y leche hay debajo de tu lengua.[1] Y allí van los heraldos, con sus consignas estúpidas y referencias irreverentes. Cae todo el mundo frente a eso, y me pierdo, yo no sé si es por la contraportada del silencio, o por usufructo mío de entrar a tu vida. Igual me pierdo de la misma forma en que el miedo hace caer sus gotas a los incomprendidos. Les preocupa el amor[2]… y yo no sé hacer otra cosa. Tú te vas y ni siquiera comprendo o sabré qué has de pensar. Te levantas lentamente, y yo no dejo de mirar los cientos de libros de referencia alrededor, por ahí andará alguno que hable de lo mucho que te quiero, de que no dejo de pensar en ti. Supongo que en alguna enciclopedia sobre el amor, me citarán y yo hablaré de ti. Si no la han escrito entonces debe de escribirse, The new edition is waiting for your recent poems, eso intento. Pero al marcharte yo no-dejo-de-trabajar, debo sustituir tantos olvidos, llenar de pan las tinieblas, fundar otra vez la esperanza.[3]

J’existe parce que je pensé,[4] Mademoiselle, y tú existes porque te pienso, porque estás en la punta de mi lengua como un refrán imprescindible en las noches de verano, porque no puedo contra ti ni contra los encuentros casuales que tengo contigo. Sólo tú me sacas del solipsismo, rompes con tus letras el hilo de mi situación. Y odio los encuentros casuales, porque son cincuenta y cincuenta, y a veces tú pones cuarenta y yo relleno el resto con lo mío. Pero no importa, no importa acumular boletos de veintiuno para canjeártelos por besos, porque tu mirada me seguirá derritiendo aunque no me mire fijamente. Yo te sigo admirando, amor mío, porque caminas en endecasílabos y usas sonetos como elegantes botas. Y no me hagas hablar de tus labios, que son la métrica exacta, tu mirada, tus mejillas, tus manos, puedo seguir así toda la noche y no poder descifrarte, prosa perfecta. Then she will be a true lover of mine[5].

A lo único que me puedo reducir, Cara mía, es a la perfección completa de tu persona, bendita tú que me quitaste el sueño, que desde que te conocí no dejo de pensar en ti, Mon amore, basta de pretensiones, ya que lees a Cortázar, te lo digo en rioplatense: Toda vos sos un poema.


[1] Rayuela. Cap. 93, Julio Cortázar

[2] Los Amorosos, Jaime Sabines

[3] A mis obligaciones, Pablo Neruda

[4] La nausea, p. 47, Jean-Paul Sartre

[5] Scarborough fair.