Archive for the ‘Salvador Aburto Morales’ Category

De los abuelos proscritos

June 22, 2012

Cuando bajan las estrellas con el aroma del mar embravecido, flotan sus rayos de plata sobre las olas para convertirse después, en el fino encaje que bordan las faldas de Yemayá. Borra las huellas de los amantes, ocultando toda evidencia de encuentro infiel. Solo en sus cráteres, la luna registra los rostros fortuitos de la pasión. En el espejo de Ochún se graban sus sonrisas, en el aura de los destellos de miel que en gotas cósmicas, se desvanecen en los umbrales del infinito. Y aquí estamos, coronados con las viñetas que acompañan un discurso siempre incompleto que se va volviendo cuento poético, en la mitología de la civilización. Arcaicos, asaltan el escenario los protagonistas de los colores puros. Rojo y negro, me escondo tras las puertas para disfrutar las travesuras. El destino está en mis manos, y encabezo el desfile de las tribus primitivas. Manteniendo el anonimato para confundir al neófito, pero fiel amigo al rojo-blanco del guerrero: amante, padre e hijo admirado, ejemplo, justo y rayo.

Salvador Aburto

Asunto inconcluso

June 22, 2012

El sol de la tarde, convierte las hojas verdes en radiografías sobre el barro de sus macetas.

Y el olor a humedad, anuncia la proximidad de la lluvia que se va filtrando por el Oriente.

Otra vez no te vi, aunque ya he perdido la cuenta desde cuándo.

Mírame, otra vez voy recorriendo las ventanas hasta constatar que ni la lluvia ni tú,  llegarán por mucho…

Solo recuerdo cuando tu silueta iba apareciendo con el olor a brisas, después de rodear el bosque al pie del arroyuelo.

La casa sigue fresca, porque sus paredes altas y sus tejados rojos, se resisten a dar paso a las tinieblas de afuera.

Ahora voy a la cama, y sentado en el borde, no sé si debiera probar algo dulce antes de dormir.

No sé cuánto lo pienso, como tampoco recuerdo cómo es que llegué hasta la estufa. Autómata, me sirvo un vaso de leche y busco en la panera los bísquets que todavía te guardo.

El sol se ha ido tan imperceptiblemente, que hasta las macetas parecen otras.

Si tuvieran flores, tu ausencia se sintiera menos.

Bostezo y descubro una lágrima que me confronta: estoy cansado y triste, o estoy perdido y llorando por ti.

Sé que no vendrás y en efecto, nada tengo que hacer.

Estoy tan aburrido, ¿lo ves?

Y te imagino frente al bosque aguardándome, como la primera vez.

Te imagino casi sin pretenderlo, porque en el pensamiento solo existe tu nombre.

Tres sílabas y un acento, como el eco que zigzaguea en las paredes del cráneo.

¡Ya no quiero volver a las ventanas! porque repitiendo tu nombre, me atrapará la luz amanecer.

Y en el espejo se refleja siempre tu sombra, tan amorosa

Salvador Aburto