Las palabras livianas
y enredadas
se cuajan.
El frío las enmarca a la piel que ya no está.
Un tramo de conversación
y el café sobre la mesa
olvidado
junto al torso desnudo de los muebles
el oxígeno de un mundo que recuerdo a ratos
agota la poca luz que me dilata.
Los días vienen a gatas
y los nombres se van olvidando.
El sito incómodo
junto al sillón
ese que proclamaste tuyo para siempre, lo miro
y lastimoso
me lleva el sueño por las noches.
Ahora soy más pequeño.
La madrugada anda en muletas cuando duermo.
Jerry Tequilas